sábado, 7 de noviembre de 2015

6.000 años no es nada

Dibujo: Edmundo Toloza

Hace 6.000 años, el territorio que hoy ocupa Coronel estaba cubierto por el mar. Transcurría la transgresión marina Flandriense que ocupó todo el espacio donde hoy reposan las ciudades de Talcahuano, Concepción, extensas zonas de Chiguayante río Bío Bío arriba, San Pedro y todas las zonas bajas del litoral regional.
Ilustración: Cazadores Recolectores Costeros en la Región del Bío Bío. Autores: Mauricio Massone, Marco Sánchez, Daniel Quiroz y Lino Contreras. Reg. Prop. Nº 184.229.

Las zonas altas fueron ocupadas por grupos de recolectores costeros, que anteriomente los arqueólogos reconocieron como "changos" y se extendían desde el norte de Chile hasta el Chacao. No conocían la cerámica y entre los restos que dejaron en voluminosos conchales es posible reconstruir parte de su existencia cotidiana, que habrá sido de permanente apego a los productos del mar como fuente de vida y sustento. Podemos presumir que habrán conocido alguna forma de navegación, cómo habrá sido una balsa hecha de totoras o troncos de chagual en la que habrán recorrido algunas distancias de islote en islote o incluso hasta la Isla Santa María, si el mar lo permitía. Como todo lo orgánico es perecedero, más aún en un ambiente húmedo como el nuestro, no ha quedado vestigio alguno de balsas hechas de cuero inflado de lobos marinos, como las que usaron hasta tiempos recientes los navegantes de orilla entre Pisagua y Coquimbo. Lo único que el tiempo ha preservado de esos primeros habitantes de Coronel, fueron los restos de sus comidas en forma de cerros de conchas, huesos de aves, pescados u otarios. Entre ellos, de tanto en tanto, muestras culturales de la edad de la piedra en forma de artículos de uso diario o adornos, estos últimos poco abundantes.

Notables son las puntas de proyectiles (Talcahuanense).
¿Qué comían estos primeros pobladores? Durante los últimos 8.000 años ha habido fluctuaciones climáticas que afectaron el océano y su biología. Al comienzo del poblamiento de nuestros recolectores marinos, la temperatura del mar era más alta, y había abundancia de ostiones. 2.000 años después, las temperaturas del agua bajan, aumenta el nivel de lluvias y se hace abundante la ostra. Los últimos 3.500 años se caracterizan por un enfriamiento gradual del mar y una disminución de la salinidad permitiendo el predominio de la almeja. Esos indicadores biológicos van de la mano con la productividad de las aguas someras y se reflejan en los largos períodos de ocupación en lugares como Yobilo, La Obra, Maule.
Dibujo: Edmundo Toloza

Un estudio de restos óseos permiten concluir que eran individuos de una estatura de 1.45 en las mujeres y 1.55 en los hombres. No vivían más de 35 años como promedio. Eran robustos, de marcada musculatura desarrollada por los esfuerzos de las tareas de pesca y recolección.

Los alimentos, mariscos, pescados, etc. , por lo general, los comían crudos. La cocción habrá sido un sancochamiento al fuego. No puede ser desechada la opción de que conocieran el "umu" polinésico y cocinasen sus alimentos en un hoyo envueltos en vegetales, como el pangue. Entre los peces que comían, estaban el jurel y el peje-sapo. También aves marinas como el pinguino, fardelas, pelícanos.

¿Conocieron la cocción de alimentos con piedras calientes dentro de una bolsa de cueros u otra forma de contenedor? Tenían todos los materiales necesarios, no les faltaban elementos para hacer preparados como aquellos que aún se observan en el área andina y que llaman Calapurca. Era asunto de disponer de fuego, piedras calientes, agua dulce y todos los alimentos detallados anteriormente, con agregados de las algas marinas las que requieren de un largo proceso de calor para que queden tiernas. Esta forma de cocción ha sido un invento universal, propio de las culturas de la edad de la piedra.

Su forma de vida desaparece junto al fin de la transgresión marina y a la formación del delta del río Bío Bío, y  humedales producidos por las aguas de esteros y vertientes de la cordillera de Nahuelbuta. Actualmente, los humedales se baten en retirada obligada por la persistente acción humana y aumento de población.

Umu:

La tierra de Hotu Matu'a: historia y etnología de la Isla de Pascua, P. Sebastián Englert.


Es posible que el alimento costero más antiguo conocido en Chile haya sido el Cochayuyo. Lo comían los canoeros de Chiloé hacia el sur y la primera vez que es citado entre los viajeros y exploradores de la Conquista de Chile, es por la experiencia de Francisco de Ulloa, que por orden de Pedro de Valdivia emprendió la loca empresa de explorar los mares hacia el sur de, en aquél entonces, la Terrae Incognita o Fin del Mundo, en la busca de especias y la puerta hacia el Océano Etíope (hoy Atlántico) que años antes descubriera Hernando de Magallanes en su corto paso por Chile. Se lanzó Ulloa al mar desde Valdivia a fines octubre de 1553 en dos naos de 50 toneles cada una. Eso de Nao, era cualquier cosa que tuviera apariencia de caravela, de velámen latino ya que las velas cuadradas hacían necesarias mayores maniobras y los hombres de mar eran muy escasos. Bien adentrado en los mares sureños exploró la innumerable fragmentación de islas y canales, anotando cuanto accidente geográfico iba entregando la naturaleza y la condición climática de lluvias y rachas de vientos dispuestos a hundir cualquier cosa a flote. Describió en voz de Cortéz Ojea, su piloto, el encuentro de "grandes canoas (dalcas) que llevan fuegos dentro", eran indios que habitaban las Islas de Guayaneco. Así supieron de nuestro guiso popular: "Comen unas yerbazas que se crían en las reventazones de la mar sobre las piedras, con muchos rabos como culebras, y no querrán ni sabrán comer biscochos y trigo cocido". Su navegar, siempre épico, surfeando con vientos opuestos, y haciendo " camino por la fantasía", es decir a ciegas, le decidieron a regresar antes que la temporada se hiciera imposible, y sin poder reencontrar la entrada al Estrecho de Magallanes llegó a Valdivia para conocer que su mentor había muerto en Tucapel a manos de los araucanos, sin dejar rastro del Capitán General ni resto del cual hacer sepultura y despedida.

Tiempo después Don García Hurtado de Mendoza, a la sazón Gobernador de Chile, encargó lo mismo a Juan Ladrillero, perito en el arte de marear. Esa fue la Expedición de Ladrillero que tampoco logró el objetivo, pero que produjo la más detallada descripción de esos mares del sur de Chile. 

A alguien se le ocurrió la idea, en aquellos tiempos esas ideas eran posibles, que una isla arrastrada por la furia del mar y los vientos había tapado la entrada del estrecho y así lo reconoce el mismísimo vate don Alonso de Ercilla:

Por falta de piloto, o encubierta
causa, quizá importante y no sabida
esta secreta senda descubierta
quedó para nosotros escondida:
ora sea yerro de la altura cierta
ora que alguna isleta removida
del tempestuoso mar y viento airado
encallando en la boca la ha cerrado.


Finalmente, la receta de Charquicán de Cochayuyo, desde antiguo presente en la mesa familiar de Chile, en especial durante los tiempos de escasez mas que de holguras, reflejo cierto de los vaivenes de la economía nacional:

https://apuntesdemillalonco.blogspot.com/2018/10/charquican-de-cochayuyo.html


Hay una observación válida y que explica el motivo por el que nuestros conquistadores añoraron la comida europea, además de la maldición de Moctezuma siempre presente por una preparación descuidada, el cochayuyo tiene propiedades que favorecen una rápida, activa y hasta explosiva digestión.



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